Dentro del ciclo de entrevistas «Voces en Movimiento», SUMEMOS presenta un diálogo con William Amaro, Delegado de Base del Frente Amplio en Rivera y Coordinador del Movimiento Afro Cultural Lencina. Este defensor de los derechos civiles, arraigado en la militancia social desde su cuna, comparte con nosotros la esencia y las acciones del Movimiento Afro Cultural Lencina.
Además, Amaro desentraña la realidad de la migración en la región norte, las estrategias de frontera frente a gobiernos desafiantes y la importancia vital de las organizaciones político-culturales en la sociedad actual. Sumérgete en esta entrevista que arroja luz sobre la persistente labor de aquellos que, a través de la acción, dan forma a un futuro más inclusivo y justo
¿Qué caracteriza al Movimiento Afro Cultural Lencina?
Somos un movimiento afro cultural y político que fue creado en el año 1973, en plena dictadura, con el motivo de poder generar (en la clandestinidad) un soporte social. En esta época, se trabajó sobre todo en conjunto con las familias de los detenidos para poder localizarlos.
Nosotros entendemos que hay tres corrientes afro en el mundo (con sus ramificaciones): Nelson Mandela, Martin Luther King y Malcolm X. Seguimos la línea de Martin Luther King (activista por los derechos civiles) que fue un gran idealista y murió por lo que creía, y es la base de nuestro accionar ideológico como movimiento.
¿Cómo viene trabajando el Movimiento Afro Cultural Lencina con los temas relacionados a la migración en la región?
Referente al tema de la migración, sobre todo en el régimen de frontera abierta y en el caso de la región norte, tenemos una realidad que es muy lamentable: con la esperanza de encontrar un mejor futuro, las personas pasan a través de la frontera de Brasil y cruzan para Uruguay, en condiciones que no son adecuadas.
Hace dos años este movimiento, con otros sectores de la región, entramos en una investigación sobre los famosos «coyotes», traficantes de inmigrantes, que les cobraban fortunas para pasar la frontera y los dejaban acá abandonados. Con algunos actores internos del Ministerio de Desarrollo Social y del Ministerio de Relaciones Exteriores y demás organismos responsables, formamos un plan de contingencia para poder albergar a esas personas. Hace un año y medio, nuestro movimiento entró en una acción judicial a una casa que decía que albergaba a esas familias migrantes y lo que hacía era tenerlos trabajando solo por un plato de comida y un techo.
También estamos trabajando con la embajada de Venezuela, de Colombia y de Cuba para la regularización de documentación. Hay veces que el propio Estado, con tanta demanda, no puede solucionar a tiempo muchos de estos temas y el movimiento ayuda en esta cuestión.
Además, venimos trabajando, en proyectos de bolsas de trabajo a través de sindicatos y el PIT-CNT, con el objetivo de sacar de la realidad de los migrantes el trabajo informal.
Tenemos que tener en cuenta que en nuestro gobierno departamental, es muy difícil que se preste atención cuando uno plantea una herramienta para ayudar en esos aspectos. Ante esto, la estrategia que adoptamos fue unirnos al resto de las organizaciones afro para plantear la conformación de una Mesa Afro Departamental. Se conformó y uno de los primeros proyectos fue crear una oficina de inclusión. Dicha oficina terminó en dependencia de la Intendencia y por lo tanto, se volvió obsoleta. Entonces, el movimiento optó por seguir trabajando como venía sobre ciertos puntos de carácter general, como es el caso de los migrantes.
Respecto a las políticas de frontera, ¿cuáles son los principales planteos que ustedes vienen teniendo?
En política de frontera nosotros ya hace 22 años que venimos trabajando en acuerdos con el Estado de Río Grande del Sur y con el gobierno de Brasil. Con una particularidad, acá en Rivera estamos en un gobierno fascista hace 35 años y por lo tanto, tenemos que trabajar contra ese gobierno fascista.
Además, nosotros estuvimos con el gobierno de Bolsonaro y como movimiento de izquierda no teníamos ninguna garantía y teníamos que trabajar en una especie de «clandestinidad», para generar herramientas por el bien de la sociedad. Fue bastante difícil, pero también fue productivo al enseñarnos nuevas estrategias para poder llegar a la meta. Ahora tenemos el gobierno de Lula y estamos trabajando mancomunadamente en muchos proyectos y acuerdos sociales.
Lo que preocupa actualmente son los departamentos que tienen frontera con Argentina porque no es lo mismo un gobierno de Lula que de Milei, teniendo en cuenta lo que está sucediendo con las organizaciones sociales en el gobierno de este último. Por eso, es importante inculcar y demostrar que las organizaciones políticas, sociales y culturales son herramientas de negociación política del Estado. Esperamos que se genere el fortalecimiento tanto de los movimientos y organizaciones uruguayas, como de las argentinas.
¿Cuál es la importancia de las organizaciones político culturales en la sociedad?
Antes, se tenía a las organizaciones simplemente como contralor de lo que hacía el eje político y el Estado. Desde esa mirada, se veía a las organizaciones como un conjunto de personas que solo hacían una reivindicación.
Nosotros creemos que en la realidad, los movimientos y organizaciones político culturales son herramientas de negociación política.
Quizás el propio sistema político no está lo suficientemente maduro para reconocer eso, pero nosotros venimos trabajando en la región hace más de 20 años, con muchísimos resultados.
Creemos que hay que predicar con la acción lo que predicamos con la palabra y la reivindicación.